"En picas, palas y azadones, cien millones"
Así reza el refranero popular español. Se evoca a las "cuentas del Gran Capitán" para ridiculizar una lista de gastos sospechosa o poco pormenorizada, o para referirse a una explicación a la que no se tiene derecho.
Todo se debe a un suceso histórico acaecido a principio del siglo XVI. La monarquía hispánica pugnaba con su principal adversario, Francia, por el control de los florecientes aunque inestables estados italianos.
En estas campañas italianas se destacó Gonzalo Fernández de Córdoba, apodado "el Gran Capitán" por su excelencia en el arte de la guerra. Este genial estratega cordobés organizó de tal manera a la infantería española que fue capaz de derrotar a la caballería pesada francesa, la más potente de toda Europa occidental. Los franceses llegarían a afirmar que en Italia no habían combatido contra hombres, sino contra diablos. Fruto de sus revolucionarias tácticas nacerían décadas más tarde los famosos Tercios Viejos de infantería española, invictos durante dos siglos en el viejo mundo.
Al término de la campaña de 1506, el Gran Capitán consiguió para Fernando el Católico el reino de Nápoles, que fue incorporado a la Corona de Aragón. Pese a la eficacia de su mando, Gonzalo había agotado por completo las arcas reales.
A su regreso a España, el rey Fernando le pidió las cuentas de los gastos de su campaña militar. El Gran Capitán, visiblemente irritado, ridiculizó al rey con una enumeración de gastos desorbitados en conceptos absurdos:
"Por picos, palas y azadones, cien millones de ducados; por limosnas para que frailes y monjas rezasen por los españoles, ciento cincuenta mil ducados; por guantes perfumados para que los soldados no oliesen el hedor de la batalla, doscientos millones de ducados; por reponer las campanas averiadas a causa del continuo repicar a victoria, ciento setenta mil ducados; y, finalmente, por la paciencia de tener que descender a estas pequeñeces del rey a quien he regalado un reino, cien millones de ducados."
Este famoso episodio esconde el carácter de la aristocracia católica española: fiel pero orgullosa, desapegada a lo material, siempre opuesta a la mentalidad burguesa y capitalista propia de los protestantes y judíos. Un carácter que fue inmortalizado por José Zorrilla en la novela Don Juan Tenorio y que sería la causa última de las hazañas y desatinos de la España de los Austrias.
Todo se debe a un suceso histórico acaecido a principio del siglo XVI. La monarquía hispánica pugnaba con su principal adversario, Francia, por el control de los florecientes aunque inestables estados italianos.
En estas campañas italianas se destacó Gonzalo Fernández de Córdoba, apodado "el Gran Capitán" por su excelencia en el arte de la guerra. Este genial estratega cordobés organizó de tal manera a la infantería española que fue capaz de derrotar a la caballería pesada francesa, la más potente de toda Europa occidental. Los franceses llegarían a afirmar que en Italia no habían combatido contra hombres, sino contra diablos. Fruto de sus revolucionarias tácticas nacerían décadas más tarde los famosos Tercios Viejos de infantería española, invictos durante dos siglos en el viejo mundo.
Al término de la campaña de 1506, el Gran Capitán consiguió para Fernando el Católico el reino de Nápoles, que fue incorporado a la Corona de Aragón. Pese a la eficacia de su mando, Gonzalo había agotado por completo las arcas reales.
A su regreso a España, el rey Fernando le pidió las cuentas de los gastos de su campaña militar. El Gran Capitán, visiblemente irritado, ridiculizó al rey con una enumeración de gastos desorbitados en conceptos absurdos:
"Por picos, palas y azadones, cien millones de ducados; por limosnas para que frailes y monjas rezasen por los españoles, ciento cincuenta mil ducados; por guantes perfumados para que los soldados no oliesen el hedor de la batalla, doscientos millones de ducados; por reponer las campanas averiadas a causa del continuo repicar a victoria, ciento setenta mil ducados; y, finalmente, por la paciencia de tener que descender a estas pequeñeces del rey a quien he regalado un reino, cien millones de ducados."
Este famoso episodio esconde el carácter de la aristocracia católica española: fiel pero orgullosa, desapegada a lo material, siempre opuesta a la mentalidad burguesa y capitalista propia de los protestantes y judíos. Un carácter que fue inmortalizado por José Zorrilla en la novela Don Juan Tenorio y que sería la causa última de las hazañas y desatinos de la España de los Austrias.