"I love the smell of napalm in the morning."

John Lennon: Strawberry Fields Forever


John Lennon fue uno de los artistas más influyentes del siglo XX. Cantante, compositor, pacifista y siempre controvertido.

Durante su éxitosísima carrera en solitario, se hizo muy popular por sus protestas pacíficas contra la guerra de Vietnam. Por todos es conocido el fatídico destino que sufrió en 1980 a manos de un perturbado: fue el precio del increíble fanatismo que despertó su figura.

Pero es mucho menos conocida la historia de la infancia de John. Nació en Liverpool durante la Segunda Guerra Mundial. Su padre le abandonó para marcharse a EEUU y no ser alistado, y no volvieron a saber de él. Muchos años después, cuando John ya era famoso en el mundo entero, se reencontró con su arruinado padre, a quien no dudó en abrazar con alegría y en proporcionarle sostenimiento económico, demostrando así su enorme altura moral y humana.

Por otra parte, su madre volvió a casarse con otro hombre que no deseaba criar a un hijo de otro matrimonio, por lo que John tuvo que irse a vivir con su tia. Tiempo después, la madre de John murió en un accidente cuando éste tenia 17 años.
Estos sucesos marcaron hondamente a John, que no llegó a recuperarse del trauma, tal y como se observa en las desgarradoras canciones en las que habla de la necesidad que tenia de una figura materna en quien apoyarse.

Frente a la casa de su tia, con quien se crió, existia un orfanato llamado Strawberry Field. John solia jugar en la calle con los niños huérfanos, con quienes se identificaba en gran parte debido al abandono que sentia.

Años más tarde, en la época de The Beatles, John homenajeó a su infancia componiendo una bella canción titulada “Strawberry Fields Forever”, en la que combina filosofia, nostalgia y surrealismo.

STRAWBERRY FIELS FOREVER

CHORUS:

Let me take you down
'cos I'm going to Strawberry Fields
Nothing is real
And nothing to get hungabout (= nada de lo que preocuparse)
Strawberry Fields forever

Living is easy with eyes closed
Misunderstanding all you see
It's getting hard to be someone
But it all works out
It doesn't matter much to me

CHORUS

No one I think is in my tree
I mean it must be high or low
That is you can't you know tune in
But it's all right
That is I think it's not too bad

CHORUS

Always, no sometimes, I think it's me
But you know I know when it's a dream
I think I know I mean a "Yes"
But it's all wrong
That is I think I disagree

CHORUS

Filosofia de la sospecha (II). Crónica de la muerte anunciada de Occidente



A lo largo de la historia de Occidente, muchos filósofos creyeron en la supremacía de la razón. A esos ya los conocemos (incluso inconscientemente) porque sentaron la base de nuestro pensamiento.

Pero ¿es infalible la razón humana? ¿Acaso no está atada a lo material, a través de su soporte físico? La mente no existe con indepenencia al cuerpo, ni viceversa. Por lo tanto, está limitada por la enfermedad, la demencia, la embriaguez...
¿Seríamos capaces de distinguir un sueño o alucinación de la realidad? Tal vez nunca hemos visto la realidad. Puede que sea imposible construir máquinas voladoras, pero en nuestra enajenación no conocemos ninguna otra realidad alternativa.

El génesis del mal que estamos rastreando no se remonta a la alienante Revolución Industrial, ni al ingenuo siglo de Les Lumières, ni tampoco al oscuro teocentrismo medieval. Habría que retroceder hasta el siglo V a.C. cuando “el gran corruptor”, Sócrates, tomó un camino sin vuelta atrás.

Sócrates fue el primero de una larga lista de filósofos que auspiciaban la búsqueda de verdades universales y esencias ininteligibles. Su discípulo Platón dio un paso más, negando lo que conocia por medio de sus sentidos y su experiencia, y creando una realidad ultramundana donde todo era acorde a la razón. El cristinismo, después de asimilar el platonismo, inventó un mundo utópico más allá de la muerte y proclamó que esta existencia no es más que un “valle del llanto”, un pasaje transitorio hacia la otra vida. Durante los largos siglos en que la razón quedó subordinada a la fe, la religión se convirtió en el opio del pueblo.

Más tarde, con la llegada de la Ilustración, asistimos al triunfo total de la razón. Los enciclopedistas creen ingenuamente que la maldad es consecuencia de la ignorancia, y que en un mundo culto no puede existir la injusticia. A partir de la Revolución Francesa, surgen diversas utopías (marxismo, anarquismo, liberalismo) que confian en la fuerza de la razón para crear el más justo de los mundos posibles.

Y como no podia ser menos, el siglo de las luces trajo consigo la Revolución Industrial que habia de traer bienestar a la humanidad al sustituir a las personas por máquinas en los trabajos más duros. Irónicamente, la calidad de vida de las masas proletarias se esfumó por completo. Cualquier mejora social hubo de ser conquistada con sangre y acero.
A la Revolución Industrial le siguió el imperialismo, el colonialismo, las grandes guerras y el holocausto. Pero el horror no terminó con la bomba atómica (que debia ahorrar muchas vidas), sino que a dia de hoy continúan los genocidios.

De todo esto podemos obtener una conclusión: el progreso técnico no trajo consigo el progreso moral. Ni un mundo más justo ni bienestar: el 80% de la humanidad vive por debajo del umbral de la pobreza. En otras palabras, nuestro merecido estado del bienestar se sustenta a base de extraer el suyo a enormes masas proletarias en el Tercer Mundo.
Los Ilustrados se equivocaron al creer que la razón traeria el Bien y curaria la ignoracia y la maldad. Al parecer, hace falta algo más: el conocimiento también puede ser usado para el mal.

Por esta razón, existen tres grandes pensadores, Marx, Nietzsche y Freud, llamados los "maestros de la sospecha”, que opinan que Occidente ha seguido un camino erróneo desde que sustituyó de forma autoritaria el mito por el logos. Cada uno abordó el problema desde una perpectiva distinta: económica, moral y conductual, con el atractivo adicional de que ninguno de los tres era filósofo de formación académica.
En lo sucesivo, analizaremos la opinión de cada uno de ellos.

Filosofia de la sospecha (I). “La duda trascendental”




Cuando una persona se encuentra en el ocaso de su vida, entra en una etapa de introspección en la que recapitula toda su biografia, buscando sus aciertos y errores.

Llegados a este punto, es casi imposible encontrar a una persona en su sano juicio que afirme que su existencia ha sido una pérdida de tiempo, una sucesión de desatinos: que ha desaprovechado su vida.

Y no es de extrañar: “El buen sentido es lo que mejor repartido está entre todo el mundo, pues cada cual piensa que posee tan buena provisión de él, que aun los más descontentadizos respecto a cualquier otra cosa, no suelen apetecer más del que ya tienen” (R.Descartes).

¿Quién admitiría que su existencia ha sido superflua y banal? Todo el mundo busca algo que justifique su paso por esta vida:

  • He vivido la vida al máximo. He rehuido el dolor y disfrutado todo lo que he podido, porque ésa es la esencia de la vida.
  • Mi vida a servido para permitir a otros comenzar la suya: me he dedicado a mis hijos.
  • He vivido por los demás. He sacrificado mi vida por mi prójimo.
  • He cumplido con los preceptos de mi religión y me he ganado un sitio en la otra vida.
  • He alcanzado la felicidad, que era el objetivo último de todas mis acciones. La vida consiste en ser lo más feliz posible.
  • He luchado por mis ideas y mis compañeros. He muerto por algo mucho más importante: una ideologia, las futuras generaciones, un país...
  • He cumplido con mi moral interna. He permanecido independiente a influencias externas, y mi conciencia está tranquila: aunque los resultados de mis acciones no hayan sido los esperados, hice todo lo que estuvo en mi mano. No soy dueño del azar, sólo de mis intenciones, y fui fiel a mis ideas.

Pero ¿y si nos hemos equivocado en la forma de enfocar la vida? Es posible que desde pequeños nos hayan inculcado ideas equivocadas que se convirtieron en la base de nuestra ideologia. Como aquella persona cuya familia se encuentra en una extraña secta y, desde joven, le han lavado el cerebro para que todo sea acorde con los preceptos.


Me estoy refiriendo, en sentido amplio, a la cultura Occidental. Aquella que se cree poseedora de verdades universales. Democracia, racionalismo, método científico, contemplación de las Ideas, duda metódica. Muy superiores, sin duda, a los pueblos primitivos que se encuentran estancados la observación de lo mutable, el accidente, el mundo sensible.


La base de la civilización Occidental es la supremacía de la razón. Desde Sócrates a Hegel, cada filósofo tuvo una opinión, pero si las premisas fueran erróneas... entonces toda la civilización estaria construida sobre una falacia. Un reducido grupo de pensadores, acuñados "los filósofos de la sospecha", opina que Occidente ha seguido un camino equivocado desde que comenzó a apoyarse en la razón como medio para conocer la realidad.

Es posible que Occidente se encuentre al borde del abismo y esté tratando de darle un sentido póstumo a su historia.

Veles e vents


Avui caldrà que empre la meua llengua materna, ja que és el que escau si pretenc evocar al gran Ausiàs March.

Aquest cavaller i poeta valencià naixquè a Gandia l’any 1397. Va participar les expedicions militars del rei Alfons el Magnànim durant l’època en la qual la Corona d’Aragó dominava el Mediterrani occidental. Còrsega, Cerdanya, Sicília, Atenes i Neopàtria... Desprès de destacar-se en nombroses campanyes, Ausiàs va assolir el títol de falconer reial. D’aquesta manera, arribà a ser un dels nobles més influients de tot el regne.
Finalment es retirà a viure a Gandia, on va tindre una desordenada vida amorosa.

Però sens dubte, va ser la lírica el veritable camp on destacà Ausiàs March. Ell fou el primer poeta en emprar la seua llengua per a escriure, en el context d’una època en la qual imperava la lírica trovadoresca, sempre redactada en llengua occitana. A més a més, les protagonistes dels seus poemes ja no son les midons (“la meua senyora”) de la lírica occitana, és a dir, figures femenines idealitzades de manera quasi platònica per l’enamorament; sino que són dones de carn i òs, amb els seus defectes i vicis.

Ausiàs fou un dels tres grans de la literatura catalana durant el Segle d’Or de les lletres valencianes (juntament amb Roís de Corella i Joanot Martorell, també naturals de Gandia).

El seu estil reflectix la intensitat amb la qual es dedicà a viure i amar. Ausiàs estiguè cassat dues vegades, però se li coneixen diverses amants i al menys cinc fills bastards. Tal i com deia ell, “la carn vol la carn”, és a dir, difícilment es pot lliutar envers les passions que ens són naturals.

A tall de conclusió, us deixe amb fragment d’un dels seus poemes més famosos, juntament amb una traducció al castellà. El seu títol és “Veles e vents”, i tracta del viatje de tornada que Ausiàs ha de fer creuant el mar Mediterrani per a tornar a València, on l’espera la seua estimada. Ausiàs demana als vents favorables (Llevant, Xaloc) que li ajuden a tornar sa i estalvi, mentre que als vents desfavorables (Mestre, Ponent) els prega que no bufen amb gaire força.

VELES E VENTS

Veles e vents han mos desigs complir,
faent camins dubtosos per la mar.
Mestre i ponent contra d'ells veig armar;
xaloc, llevant, los deuen subvenir
ab llurs amics lo grec e lo migjorn,
fent humils precs al vent tramuntanal
que en son bufar los sia parcial
e que tots cinc complesquen mon retorn.
.../...


Amor de vos jo en sent mes que no en sé,
de què la part pijor me'n romandrà;
e de vos sap lo qui sens vos està.
A joc de daus vos acompararé.

Io tem la mort per no ser-vos absent,
perqué amor per mort es anul.lat:
mas jo no creu que mon voler sobrats
pusca esser per tal departiment.

VELAS Y VIENTOS

Velas y vientos cumplan mis deseos,
haciendo caminos dudosos por el mar.
Maestral y poniente contra ellos veo fraguar,
siroco y levante los tienen que ayudar,
con sus amigos griego y mediodía,
haciendo humildes ruegos al viento trasmontanal
para que en su soplar les sea parcial
y que juntos los cinco cumplan mi regreso.
.../...

Amor, de vos yo siento tanto que ni sé,
de lo que la parte peor me quedará,
y de vos sabe el que sin vos está:
al juego de dados os compararé.

Temo la muerte porque os seré ausente,
porque amor, por la muerte, es anulado;
pero no creo que mi querer pueda ser
acabado por tal partida.

Lo rat penat




“El murciélago cruza Mestalla,
es el símbolo de un ideal,
nuestra sangre es valencianista,
nuestra lucha será inmortal”.


Pocos hinchas del combinado “che” se han preguntado por qué un murciélago aparece en el escudo del Valencia C.F. y en las canciones que cantan, a pesar de que también luce en el propio escudo de la ciudad. Qué le vamos a hacer, la mayor parte de “l’afició” no es amiga de los acertijos.
Pero esto nos lleva a los más curiosos en busca de un motivo, y para hallarlo tendríamos que retroceder hasta el siglo XIII, en pleno auge de la Reconquista.

El rey aragonés Jaume I decidió la anexión de la capital del Túria, la joya mora del Mediterráneo. En aquel tiempo, el levante peninsular nadaba en la abundancia y los moros no cedieron la ciudad con facilidad: el sitio se prolongó durante un año.

Durante este tiempo, el ejército cristiano se hallaba acampado en las afueras de la ciudad. Un dia, apareció un murciélago -animal muy común en los humedales valencianos- junto con sus crías en el techo de la tienda real. Los guardias se dispusieron a matarlos por diversión, pero en ese momento llegó el rey Jaume para prohibirles que molestaran al animal.
Aquella noche, los árabes prepararon un ataque relámpago contra el cuartel de campo de los cristianos. El objetivo era asesinar al rey para hacer fracasar las pretensiones aragonesas sobre Valencia.

Los hábiles guerreros sarracenos se infiltraron en el campamento, asesinando a los guardias sin que nadie les descubriera. Cuando entraron en la tienda real y se disponian a terminar su trabajo, el murciélago del techo comenzó a revolotear por toda la estancia. Un sarraceno gritó, tropezando con otro y golpeando un tambor. Se armó un pandemonium.

Ante el asombro de los musulmanes, los cristianos se levantaron prestos a defender a su rey, y la tentativa de asesinato fracasó. Y todo gracias a la afortunada intervención de aquel pequeño ser protegido por el monarca.

Semanas después, cuando los moros capitularon y entregaron la ciudad (9 de octubre de 1238, dia de la Comunidad Valenciana), el rey Jaume decidió colocar aquel extraño animal en el escudo de la ciudad, con el ánimo de transmitir una lección de humildad a todos sus vasallos: hasta la más insignificante criatura puede marcar el destino de toda una nación.

Finura y mala leche

“Pareixes la delicà de Gandia”: es una frase hecha muy común entre los gandienses. Se utiliza para designar a aquellas personas excesivamente sensibles, escrupulosas, o maniáticas.

La delicada... Ciertamente debió ser así esta joven anónima de Gandia- denominada tradicionalmente la Ciudad Ducal. Hija de un abogado y perteneciente a una familia acomodada, tuvo una vida frágil y enfermiza, siempre achacada de extraños males que la privaron de jugar en la calle con las demás niñas.

Se dice, irónicamente, que a la delicada de Gandia la mató una flor. Y esto tiene parte de verdad: al parecer, la chica acudía todos los dias a la misa de la Colegiata de Gandia. Aquel fatídico dia, una de las flores de la decoración de la fachada se desprendió y golpeó a la pobre desgraciada en la cabeza, causándole ipso facto la muerte.

La gente sigue omitiendo maliciosamente que aquella flor debia ser de piedra y pesar varios kilos. ¡Pero es que es tan fácil meterse con los teclosos! Si es que se lo tienen buscado...

El salvador de las madres: el dr. Semmelweis


Pocos hombres merecen ostentar los apelativos de “héroe” y “visionario” pero, sin duda, Ignacio Felipe Semmelweis es uno de ellos. Este extraordinario médico sacrificó su prestigio, su oficio y hasta su vida en defensa de una teoria en la que creia firmemente. Una teoria en pos de la vida que le obligó a enfrentarse a todos sus colegas médicos y, prácticamente, a todos sus contemporáneos.

El doctor Semmelweis era húngaro, aunque trabajaba en el hospital de Viena. A mediados del siglo XIX, las infecciones aún constituían la principal causa de mortalidad y la microbiologia no se había desarrollado. Semmelweis realizó un estudio estadístico sobre la mortalidad en los partos que se producian en su hospital. Topó con un hecho insólito: gran parte de las mujeres que daban a luz sufrian a los pocos dias de parir una terrible y lenta muerte. Se trataba de una sepsis generalizada (una infección simultánea de muchos tejidos del organismo). Existian dos salas de partos en el hospital, una atendida por médicos y estudiantes, y otra atendida por matronas y sus aprendices. Mientras que en la primera sala morian el 25% de las madres al dar a luz, en la segunda tan sólo morian el 6%. Demasiada disparidad para ser una coincidencia.
La única diferencia en los hábitos de los dos colectivos (médicos y matronas) radicaba en que los médicos acudían a los partos después de las prácticas de anatomía. El doctor Semmelweis pensó que debía existir algún tipo de “veneno invisible” en la superficie de los cadáveres que era transmitido involuntariamente por los médicos a las parturientas. Su teoria no erró demasiado: se trataba de los microorganismos, que no se conocian en su época debido al insuficiente desarrollo del microscopio. En concreto, algunos de los más agresivos y peligrosos se desarrollan en los tejidos muertos.

Para probar su teoria, Semmelweis hizo que sus estudiantes se limpiaran las manos con ácido carbónico (un potente desinfectante) después de las prácticas y antes de antender los partos. Resultó que la mortalidad descendió del 25 al 3%. Se dispuso a publicar sus estudios y a advertir a toda la comunidad médica del peligro que suponian las prácticas que llevaban a cabo, pero sólo encontró rechazo. Las altas esferas de la universidad y del colegio de médicos no podian admitir que un detalle tan sencillo estuviera cobrándose las vidas de tantas mujeres. Seria un vergonzoso fallo garrafal que desprestigiaria y ridiculizaria a todos los estudiosos de la medicina. Así que la teoria de Semmelweis fue rechazada y se encargaron de destrozar su reputación para que no tuviese credibilidad. El doctor no se quedó de brazos cruzados, sino que continuó difundiendo sus ideas con ahínco, llegando incluso a llamar “asesinos” a los jefes del hospital. Finalmente, le retiraron su puesto en la universidad y su licencia de médico.

Rechazado por todos y privado de su oficio vocacional, Semmelweis se dedicó a vagar por las calles de Viena colgando carteles en los que exhortaba a los padres que no llevaran a sus hijas a parir al hospital, pues una muerte inminente les acechaba. Terminó perdiendo la cordura y fue internado en un psiquiátrico.

Al cabo de unos años, recobró la lucidez y abjuró de su teoría ante las autoridades del sanatorio. Puesto que parecia haberse vuelto “cuerdo”, le dieron el alta y le restituyeron su licencia médica y su puesto en la facultad de medicina. Pero Semmelweis aprovechó su primera clase de anatomía para inflingirse una herida delante de sus alumnos con un bisturí que acababa de usar para diseccionar un cadáver, diciendo: “Señores, este insignificante corte que acabo de hacerme me provocará la muerte en cuestión de dias. De esta manera, provaré mi teoria”. Como cabia esperar, el doctor Semmelweis sufrió una sepsis generalizada y padeció la misma dolorosa agonía que tantas veces habia observado en el hospital, muriendo en brazos de su maestro al cabo de unos dias.

El tiempo dio la razón a Semmelweis y la comunidad científica se vio obligada a reconocer la tremenda deuda que habia contraído con él. En la actualidad, existe en aquel hospital de Viena una estatua en su memoria junto con una placa en la que se le proclama “el salvador de las madres”. Además, se le considera el patrón de todos los hospitales materno-infantiles del mundo.

Más allá de las divisas: Plus Ultra


Todos nos hemos preguntado alguna vez de dónde diantre procede
la dichosa letra S con dos palitos que conforman el símbolo del omnipresente dólar americano ($). Pocos sospechan que éste símbolo es español y que está directamente relacionado con la historia de nuestro país.

Durante la época del Imperio Español (el primer imperio global),
su divisa se convirtió en la primera moneda de uso mundial.
El "real de a 8" era la moneda de plata más popular, de amplio
uso en toda América. Dicha moneda presentaba en una de sus caras
el escudo de España con las Columnas de Hércules.

De acuerdo con la tradición griega, Hércules separó África y
Europa para abrirse camino hacia el océano Atlántico. A cada
lado del estrecho erigió una columna (Gilbraltar y Ceuta).
Para los navegantes griegos, el estrecho de Gilbraltar era el
fin del mundo, y en sus mapas advertian: "Non Terrae Plus Ultra"
(no existe tierra más allá).

Sin embargo, después del descubrimiento de América, Carlos I
incorporó al escudo de España las Columnas de Hércules rodeadas
por el lema "Plus Ultra" (más allá) para desafiar y olvidar las
antiguas leyendas marineras. Un inspirador lema de superación y
glorias pasadas que aún podemos apreciar en el escudo de España
actual.

De esta manera, las Columnas de Hércules pasaron al Real de a 8,
convirtiéndose en su símbolo ($). Los nacientes Estados Unidos
utilizaban el Real español a falta de divisa propia. Incluso
tras la aparición del dólar estadounidense, el dólar español
era más popular, por lo que fue prohibido por su gobierno.
Sin embargo, el símbolo del peso español permaneció como símbolo
del dólar americano.

Hoy en dia encontramos por todo el mundo muchas otras muestras
del antiguo esplendor de las Españas: la moneda de Filipinas,
Canadá, China y de muchos países Latinoamericanos;
los escudos de diversos municipios y estados; y una infinidad
de topónimos. Se olvidó "la denominación de origen", pero
nunca se podrá borrar el espíritu del Plus Ultra que llevó a
los más audaces a llegar a donde nunca se había llegado.

Los límites de la Medicina: La vara de Asclepio


El símbolo clásico de la profesión médica es la vara de Asclepio. Se trata de un bastón con una serpiente enrrollada a su alrededor.

De acuerdo con la mitologia griega, Asclepio era hijo de Apolo y fue el primer médico. Su vara tenía cualidades mágicas gracias a la serpiente que tenia enredada, ya que se trataba de uno de los cabellos de Medusa.
Con esta vara, Asclepio tenia el poder de resucitar a los muertos. Viajó por todo el mundo prestando su ayuda desinteresada a quien la necesitaba, y resucitó a muchas personas.
Sin embargo, Hades, el dios del inframundo, se enojó al comprobar que disminuía el caudal de muertos que llegaba a su reino. Presentó una queja ante Zeus, que se vio obligado a mediar en el conflicto. Asclepio estaba complicando el orden del mundo al resucitar a los muertos, pues lo natural es que los humanos mueran y dejen paso a las futuras generaciones. Así que Zeus decidió limitar el poder Asclepio: desde aquel momento, su vara podría sanar a los enfermos, pero no resucitar a los muertos.

La Medicina es el arte de la vida y la muerte, mas no debe alterar el orden natural de las cosas. Nacemos para morir algún dia.
Cabe destacar que Asclepio desobedeció y resucitó a un importante héroe griego. Zeus lo castigó con la muerte.
Quizá sea éste el destino de aquellos que jueguen a ser dios.