Se busca por perjurio
Otra falacia de la infancia. ¿Qué oscuros intereses se mueven tras estas viles engañalifas? ¿Hasta dónde se extienden los tentáculos de la industria de las espinacas?
No es cierto que las espinacas sean un alimento rico en hierro. Todo se debe a un error de cálculo: en 1870, Von Wolf realizó la cuantificación pero movió la coma a la derecha por accidente. De los 3 mg de hierro se pasaron a los ficticios 30 mg.
Fue entonces cuando, en EEUU, se promovió el consumo de esta verdura para mejorar la salud de la población y para invertir en sus propios agricultores ("Eat local spinach!"). De ahí que Popeye se convirtiera en el estandarte de esta campaña propagandística para promocionar esta verdura.
Hoy en día se sabe que las espinacas tienen un nivel de hierro igual o incluso en inferior a otras verduras verdes y legumbres (acelgas, col, garbanzos...). Además, gran parte del hierro de las espinacas no es absorbido por las células de nuestro intenstino debido a que las espinacas contienen un alto de nivel de ácido oxálico. Provoca que el hierro ferroso (Fe2+) se oxide a hierro férrico (Fe3+), el cual es muy insoluble y no es aprovechable para nuestro organismo.
¡Pero esto no es excusa para esquivarlas! Las verduras son de lo más recomendables. Son la clave para una dieta sana y un mundo sostenible. Nuestro planeta puede producir suficientes verduras para todo el mundo, pero no suficiente carne. Se requieren diez veces menos de superficie de cultivo, puesto que los animales consumen mucho pasto (eso si no les alimentan con piensos artificiales). El excesivo peso de la carne en la dieta del 1er mundo es un lujo y un hábito del todo insano.
Si algún el día todos los chinos se comen un BigMac (o se limpian el culete con papel higiénico) nuestro mundo se va al garete. Y, personalmente, prefiero vivir en un mundo dominado por los agricultores de las espinacas que por las cadenas de comida rápida.
De verdad. No es que me hayan comprado ya... ¡Este traje es mío!
¡Pero esto no es excusa para esquivarlas! Las verduras son de lo más recomendables. Son la clave para una dieta sana y un mundo sostenible. Nuestro planeta puede producir suficientes verduras para todo el mundo, pero no suficiente carne. Se requieren diez veces menos de superficie de cultivo, puesto que los animales consumen mucho pasto (eso si no les alimentan con piensos artificiales). El excesivo peso de la carne en la dieta del 1er mundo es un lujo y un hábito del todo insano.
Si algún el día todos los chinos se comen un BigMac (o se limpian el culete con papel higiénico) nuestro mundo se va al garete. Y, personalmente, prefiero vivir en un mundo dominado por los agricultores de las espinacas que por las cadenas de comida rápida.
De verdad. No es que me hayan comprado ya... ¡Este traje es mío!