"I love the smell of napalm in the morning."

El curioso caso de Phineas Gage

La historia de Phineas Gage es, a diferencia de otras, real como la vida misma. A demás de ser sumamente interesante, tuvo gran resonancia en el mundo de la ciencia.

Este señor era un obrero americano que trabajaba en la construcción del ferrocarril transcontinental de los Estados Unidos, a mediados del siglo XIX. Su puesto era el de capataz, pues se había ganado una reputación de hombre responsable y trabajador.

Su labor consistía en colocar la dinamita en los agujeros excavados en la roca. Una vez colocadas las cargas, se cubrían de arena y Phineas aplastaba el terreno con una pesada vara de metal de un metro de largo y 6 kilos de peso.

Pero un dia, algo salió mal y la dinamita explotó mientras Phineas aplastaba la arena. La vara de hierro salió despedida a gran distancia, atravesando en su camino el cráneo del pobre hombre. Increíblemente, la vara produjo un corte "limpio": se introdujo por la mejilla izquierda, atravesando el lóbulo frontal del cerebro y perforando la parte superior de la bóveda craneal para salir al exterior. Lógicamente, el ojo izquierdo quedó inutilizado. Pero Phineas sobrevivió y en todo momento estuvo consciente.

El caso de Phineas fue estudiado por prestigiosos médicos de la época, que contemplaron atónitos cómo el hombre se recuperaba de la terrible herida en escasos dos meses. No obstante, su recuperación física no estuvo acompañada de una recuperación psíquica. Gage ya no era el mismo.

El otrora responsable y juicioso padre de familia se convirtió en una persona irreverente, blasfema, agresiva y asocial. Se abandonó a los vicios, su mujer le dejó y fue incapaz de mantener ningún puesto de trabajo debido a su inconstancia y agresividad.

De todo esto, los neurólogos extrajeron la conclusión de que la regulación de la personalidad y de las interacciones sociales reside en el área del cerebro que fue dañada en Phineas, los lóbulos frontales. Anteriormente se creía que no poseían ninguna función relevante. Hoy se sabe que cualquier acontecimiento genera en nosotros una determinada emoción. Esto es vital en cualquier animal a la hora de relacionarse y sobrevivir en su medio (y en nuestro caso, de aprender los usos sociales).

Así pues, podemos decir en que el sustrato anatómico o físico de nuestra personalidad reside en esta parte del cerebro, y es algo totalmente tangible y mundano. La cienca desmonta poco a poco (o traduce a un lenguaje científico) las explicaciones fantásticas de antaño, tal y como en su día hizo la filosofía con los mitos.

El cráneo de Phineas Gage fue preservado y se conserva actualmente en la facultad de medicina de Harvard.

Yuri Gagarin, la estrella roja




"Veo la Tierra... es tan hermosa. Pobladores del mundo, salvaguardemos esta belleza, no la destruyamos"


Así habló Yuri Alekseyévich Gagarin al contemplar por primera vez el planeta azul desde la nave Vostok-1.

Se cumplen 48 años desde que Yuri se convirtió en el primer ser humano en ser puesto en órbita, anotándose así la Unión Soviética otro tanto más en la carrera espacial que sostenía frente a los Estados Unidos.

Yuri procedía de una familia humilde, ya que sus padres trabajaban en una de las granjas colectivas. Cuando obtuvo las mejores calificaciones en los exámenes físicos y psicológicos para ser cosmonauta, las autoridades soviéticas encarnaron en él al ideal comunista. Un hijo de trabajadores iba a volar más alto que ningún otro hombre gracias a sus aptitudes y a su tesón.

En el momento del despegue, justo antes de que su peso de multiplicara por 5 debido a la gravedad, la única palabra que Yuri pronunció fue Poyehali! (¡En marcha!).

Más tarde, cuando contempló por primera vez el espacio exterior, se dice que comentó (por indicación de sus superiores): "Desde aquí no veo ningún dios".

Sin embargo, el viaje estuvo apunto de terminar mal. Los soviéticos creían que lo más probable era que muriera durante la reentrada en la atmósfera (a 27.ooo km por hora!) y por eso la misión se mantuvo en secreto hasta su finalización. Y ciertamente estuvo apunto de ser así, de no haber sido por la prudente -aunque improvisada- eyección de emergencia que realizó Yuri segundos antes de que su cápsula se estrellara contra el suelo.

Aterrizó en paracaídas en medio de Siberia, y las primeras personas que le encontraron fueron una anciana campesina y su nieta. Lo primero que le preguntaron fue:

-¿Vienes del espacio exterior?
-Ciertamente, sí... Pero no os alarméis, soy soviético.

La verdad detrás de una sonrisa



El doctor Guillaume Duchenne (1806-1875) fue un importante neurólogo francés. Fue el descubridor de numerosos síndromes y distrofias musculares de orígen nervioso, y también fue pionero en el uso de la electricidad para el diagnóstico y terápia de estas lesiones.

Su obra investigadora se encuentra en el contexto de una época de progreso vertiginoso en todos los campos de la ciencia. Sus fotos han pasado a la historia como símbolo del avance de la medicina en el siglo XIX.

Se trata de su libro "Mecanismos de la expresión facial humana". El doctor Duchenne, después de mapear más de 100 fascículos musculares faciales, aplicó corriente eléctrica a uno de sus pacientes (el anónimo "hombre viejo") para contraerlos artificialmente. Este paciente padecía una anestestia facial total, por lo que no podía sentir las consiguientes molestias.

En pocas palabras, el doctor Duchenne había descubierto que existen dos vías diferentes para contraer los músculos faciales: una vía de control voluntario y otra vía de control involuntario (que está relacionada con los centros emocionales del cerebro).

Es decir, determinadas emociones provocan en nosotros expresiones faciales que no controlamos. De esta manera, Duchenne descubrió que las sonrisas forzadas involucran únicamente músculos de la boca, mientras que las "auténticas sonrisas" también necesitan de músculos adyacentes a los ojos.
Sus descubrimientos siguen usándose hoy en día en los interrogatorios policiales para descubrir falsedades.

Los Borja ( 2ª parte )


Alfonso Borja. Fue papa bajo el nombre de Calixto III. Constituye, junto con Alejandro VI, los dos únicos papas de orígen ibérico. Se le recuerda por haber promulgado la bula Inter Caetera, que otorgaba la exclusividad de navegación por la costa africana a los portugueses, y por haber excomulgado al cometa Halley.


Rodrigo Borja. Fue nombrado papa bajo el nombre de Alejandro VI. Este hecho fue importantísimo en una época en la que el papa solía arbitrar en las pugnas entre los países católicos para evitar guerras. Tras el descubrimiento de América, Castilla y Portugal se repartieron el Mundo en virtud de una bula papal promulgada por Alejandro IV, que fue favorable a Castilla. El posterior Tratado de Tordesillas (1494) establecía que los territorios descubiertos a más de 300 leguas al oeste de las Azores serían para Castilla. Por este motivo, el Brasil quedó en territorio portugués, y el resto de América fue para Castilla.

Además, esta bula establecía que los territorios de hispanoamérica pertenecían al Rey Católico de España por derecho divino. Al abdicar Fernando VII en José Bonaparte, algunas de las colonias americanas declararon su independencia alegando que esta cláusula había sido incumplida.
Este papa también dio su beneplácito para la fundación de la Universitat de València.


César Borja. Durante sus 31 años de vida, desarrolló una genial carrera militar. Sus detractores le recuerdan como un terrible villano sediento de sangre. A pesar de su corta vida, acumuló una larga lista de títulos nobiliarios y eclesiásticos. Murió en combate en una de sus acciones militares.


Lucrecia Borja. De acuerdo con sus contemporáneos, fue la mujer más bella y deseada de su época. Se cree que es la mujer que aparece en el cuadro Retrato ideal de una mujer, por Bartolomeo Veneto. Posiblemente, la leyenda negra alrededor de su figura se deba a los numerosos celos que despertó. Se dice que era tremendamente promiscua, atribuyéndosele relaciones con los más poderosos nobles de Europa, incluyendo el papa y algunos de sus hermanos. Murió durante el parto de su quinto hijo.

San Francisco de Borja. Fue el IV duque de Gandía, y también ocupó importantes puestos de la administración (virrey de Cataluña, privado del rey Carlos I...). Al fallecer la reina Isabel, se le encargó escoltar el cuerpo desde Toledo hasta Granada, donde debía ser enterrada. A su llegada, debía abrir el ataúd y reconocer el cuerpo. Cuando contempló el cuerpo corrupto de la bellísima reina, quedó tremendamente impactado y exclamó "No puedo jurar que ésta sea la reina, pero sí que aquí se depositó su cadáver". Prometió entonces "no servir nunca más a ningún señor que pueda morir". Al enviudar, se hizo jesuita, llegando a ser General de la Compañía de Jesús.
Es el patrón de Gandía, por lo que la feria y fiestas de la localidad se celebran coincidiendo con el día de su onomástica, el 3 de Octubre.

Los Borja ( 1ª parte )



La familia de los Borja (Borgia en italiano, els Borja en valenciano) fue una de las más ricas e influyentes en el panorama político del Mediterráneo durante el Renacimiento. Protagonizaron diversas conspiraciones, conjuraciones y escándalos en la Roma del siglo XVI.

Ocuparon altos cargos eclesiásticos, militares y de la administración durante el reinado de Carlos I de España. Su orígen se encuentra en diversas ciudades del Reino de Valencia, como Xàtiva y Gandía. Pese a que el linaje se extinguió en la península, perdura en las clases gobernantes de varios países latinoamericanos, pues los Borja fueron virreyes de los territorios castellanos en el Nuevo Mundo.

A esta familia pertenecía el título de Duques de Gandía, que se convirtió en una de las ciudades más importantes económica y políticamente de su época. De ahí que a Gandía también se la conozca como "la ciudad ducal". Como testimonio de este período áureo, nos queda el magnífico Palacio Ducal de los Borja (foto de la derecha).

Cuenta una leyenda que cuando los Borja se establecieron en la ciudad de Roma (cuando Rodrigo Borja se convirtió en papa) introdujeron la costumbre de la elaboración de las tradicionales "coques de recapte" valencianas entre la población romana. De ser esto cierto, el orígen de la pizza se encontraría en Gandía.

En la foto de cabecera, aparecen las cinco estatuas de los Borja en la plaza de las Escuelas Pías de Gandía (mi colegio de toda la vida, a la sazón). Sobre estas estatuas guardo una cómica anécdota: mi amigo Salva solía grafitear por todas partes sus iniciales, SFV. Un día, después de haber llenado el pedestal de las estatuas con sus iniciales, una señora mayor pasó por delante y se quedó mirando intrigada la inscripción. En eso, la mujer exclamó: "¡Será San Francisco de Vorja!")

A continuación, hablaremos brevemente de la biografía de los cinco Borja más imporantes, que aparecen representados en las estatuas:

Los papas Calixto III y Alejandro VI
Lucrecia Borja
César Borja
San Francisco de Borja